ENTUSIASMO
André Stern
Un niño pequeño no tiene, en un principio, ninguna razón para hacer suya nuestra visión de género…
¿Niña, niño? Todavía no han aprendido a diferenciar, a etiquetar, a clasificar, a separar en categorías. Un niño pequeño cree que hay tantos géneros como personas.
Se considera normal haber olvidado el 80% de lo que hemos tenido que aprender. Podemos constatar que el 20% que no hemos olvidado esta siempre unido a 7na emoción. Emoción provocada por un tema que nos habrá afectado, tocado o sorprendido. Emoción debida a la conexión entre la nueva información y el tema que nos importaba. Emoción resultante de la importancia de nuestra relación con la persona que nos lo transmitía. Y toda clase de otras formas de activar nuestros centros emocionales.
Entusiasmo viene de theos, que quiere decir el dios interior. Algunos oradores gracias a su entusiasmo, parecen como habitados por alguien o algo que los sobrepasa. Entusiasmo va unido al hecho de disfrutar, especialmente, de disfrutar comunicando a los demás nuestra felicidad. La felicidad del conocimiento, del saber compartido, de haber entendido la complejidad de un sistema, de haber descrito un paisaje magnífico, de hablar de una pasión, de un deporte, de música o de cocina . Además, las personas que se comunican con entusiasmo tienen mas posibilidades de que las sigan con atención la gente que está dispuesta a ser motivada, sobre todo, para aprender algo nuevo sobre ciencia, filosofía, música o deporte. Yo vivo en estado de entusiasmo permanente por poder comunicar, ser escuchado y ayudar a la gente a dar un sentido a su vida.
Nadie puede permanecer insensible al entusiasmo de un niño libre. Porque ese entusiasmo no solo se transmite a las cosas que vive el niño, sino también a las personas que hacen esas cosas.
La noción de patogénesis, la manera en que enfermamos, nos es familiar. Lo curioso es que la salutogénesis, la manera en la que adquirimos o conservamos la salud, es mucho más desconocida, a pesar de que se trata de nuestra capacidad de repararnos física y psíquicamente. Esta plasticidad individual tiene la característica de no expresarse por completo más que cuando se dan los tres pilares de la salutogénesis. Identificados en los años sesenta por Antonovsky, estos tres pilares sirven de base al juego y al mundo interior de nuestros niños. Para que la salutogénesis sea posible una persona tiene que sentir que:
- El mundo es comprensible para ella
- El mundo es moldeable para ella
- El mundo tiene sentido para ella
Es extraño, una vez más, que nos sea mas fácil comprender justo lo contrario a la descripción de esos pilares:
- No comprendo este mundo
- Haga lo que haga lo cambia nada
- Nada de todo esto tiene sentido
Qué liberación la de un mundo en el que los niños pudieran decir: lo único que sé es que puedo aprender todo lo que no sé, con la condición, innegociable, de tener ganas de aprenderlo.
El entusiasmo no cuesta nada. Ni dinero, ni tiempo, ni energía. Es casi lo contrario: una vez liberado lo más normal es que empiece a dar beneficios.
Un sabio le arranca una pata a una pulga y le dice que salte. Cuando la pulga ha saltado le quita una segunda pata y le ordena saltar y así hasta que le arranca la sexta y última pata y anota que la pulga, a pesar de repetir la misma orden ya no salta y concluye su estudio: cuando se le arranca seis patas a una pulga se vuelve sorda.
“Seguir aquello que te entusiasma lo cambia todo”. Aleksander Baj
En un mundo en el que lo demás es gris, el entusiasmo viste su objeto con colores vivos y le basta con dar un silbido para envolvernos con la luz pura del sol. Sabemos que seremos transformados por cuanto todavía no hemos aprendido. Nuestra alegría de aprender está en el extremo del arco iris.
Como el entusiasmo no puede crearse, tampoco puede destruirse.
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