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Libro El arte de tener razón

EL ARTE DE TENER RAZÓN

Expuesto en 38 estratagemas

Arthur Schopenhauer

Toda discusión tiene una tesis o problema y luego axiomas que deben servir para resolverlo. Se trata siempre de la relación de unos conceptos con otros. Estas relaciones son, inicialmente, cuatro: de un concepto se busca 1) su definición, 2) su género, 3) su característica particular, su marca esencia o 4) su accidens, es decir, una cualidad particular , sin importar si es peculiar y exclusiva o no. Esta es la base de toda dialéctica.

Para definir concisamente qué es la dialéctica habrá que considerarla despreocupándose definitivamente de la verdad objetiva (de eso trata la lógica). La dialéctica como tal debe enseñar únicamente cómo podemos defendernos de ataques de cualquier tipo, especialmente contra los desleales y, evidentemente, cómo podemos atacar lo que el otro expone son contradecirnos y, lo más importante, sin ser refutados por el adversario. Hay que distinguir claramente entre la búsqueda de la verdad objetiva (lógica) del arte de conseguir que lo que se ha anunciado pase por verdadero (dialéctica). La dialéctica es como un esgrima intelectual ( una vez comienza el duelo no importa quien tenga la razón sino quien maneje menor la espada.

Estratagemas:

  1. La amplificación
  2. Homonimia: A: aun no esta usted muy puesto en los misterios de la filosofía kantiana. B: Ay, mire usted, de misterios no quiero saber nada.
  3. Tomar la afirmación que ha sido formulada de un modo relativo
  4. Conseguir que el adversario acepte las premisas sin que se de cuenta antes de llegar a la conclusión final.
  5. Uso de premisas falsas para demostrar la propia tesis
  6. Se encubre una petición de principio postulando aquello que se debe demostrar.
  7. Preguntar a nuestro adversario para deducir de sus respuestas la verdad de nuestra afirmación.
  8. Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera.
  9. Establecer las preguntar que llevan a la conclusión de forma desordenada para no dar pistas de la misma
  10. Si el adversario niega intencionadamente aquellas preguntas cuya afirmación podría ser utilizada en beneficio de nuestra tesis, hay que preguntarle lo contrario.
  11. Si hacemos una inducción y el adversario admite como válido los casos particulares, no le preguntamos por la verdad general, la damos por admitida.
  12. Si la conversación versa sobre un concepto general que carece de nombre, seremos nosotros los que debemos ponérselo según nos convenga.
  13. Para que admita nuestra propuesta debemos presentarle la opuesta de forma estridente para que sea más lógica aceptar la nuestra.
  14. Cuando el adversario ha respondido a varias preguntas sin favorecer la conclusión que teníamos preparada, se enuncia y se exclama ésta de forma triunfante como si ya estuviese demostrada.
  15. Si tenemos dificultades para demostrar una tesis, presentamos otra que sea correcta para que el adversario la acepte y si la niega, decimos que niega hasta la realidad.
  16. Argumenta ad hominem o ex concessis
  17. Si el adversario nos amenaza con una refutación podemos salvarnos con una sutil diferencia
  18. Si el adversario inicia una argumentación con la que nos devoraría no debemos dejar que continue y le interrumpimos permanentemente.
  19. Si el adversario quiere que aleguemos algo de un punto en concreto y no tenemos nada, refutamos de la cuestión general.
  20. Cuando hayamos conseguido del adversario concesión de una premisa que requeríamos, debemos concluir inmediatamente.
  21. Si nuestra adversario usa un argumento aparente, la mejor forma de combatirlo es con otro argumento sofístico, porque lo que importa no es la verdad sino la victoria.
  22. Si el adversario nos conmina a que admitamos algo que hará continuar el debate , nos negamos aduciendo que se trata de una petitio principii (petición de principio).
  23. La contradicción y la discordia motivan la exageración de la tesis, llevamos al adversario a que exagere para refutarle más fácilmente.
  24. Uso abusivo de la deducción
  25. Para que sea válido un principio universal requiere una gran cantidad de casos, por lo que para refutarlo basta con encontrar uno que no sea válido.
  26. Retorsión argumentii, es decir, usar un argumento de nuestro adversario en su contra.
  27. Si a tu adversario le irrita un argumento debemos usarlo con insistencia.
  28. Cuando hablan dos expertos ante un público que no lo es, podemos usar una observación inválida, aunque no sea cierta, pero que al público le hace reír.
  29. Desviación, si intuímos que nos van a vencer comenzamos repentinamente a hablar de otra cosa.
  30. Usar argumentos de autoridad. Se gana con facilidad si tenemos de nuestra parte una autoridad que el adversario respeta.

Cuando algo es aceptado por una gran cantidad de personas sirve de argumento aunque sea falso. A veces las personas son como ovejas que siguen al carnero donde quiera que vaya: les es más fácil morir que pensar. “Lo digo yo, lo dices tú, y al fin también aquél lo dice: tanto se ha dicho, que nada ves, sino lo dicho”. Bayle

  1. Cuando no tienes nada que objetar ante un planteamiento de tu adversario te declaras fina e irónicamente incompetente. Como si no tuviera sentido, solo se debe usar si el auditorio te tiene más estima que a tu adversario.
  2. Relacionar el argumento de tu adversario con una categoría aborrecible (es maniqueísmo, es idealismo,…).
  3. Será verdad en la teoría pero en la práctica es falso.
  4. Si tu adversario rehuye o no responde a uno de tus argumentos debes profundizar en ese punto.
  5. El argumento del adversario, independientemente que sea correcto o no, va en contra de los intereses de la mayoría de los presentes, argumento basado en la utilidad.
  6. Desconcertar y aturdir al contrario con absurda y excesiva locuacidad. “Cuando los hombres escuchan palabras huecas, a menudo cree que son pensamientos profundos”. Goethe
  7. Cuando el adversario, aunque lleve la razón, usa una prueba inadecuada que podemos invalidar fácilmente, damos con eso todo el asunto por refutado.
  8. Cuando advertimos que el adversario es superior y llevamos las de perder, procedemos de manera ofensiva, grosera y ultrajante, es decir, pasamos del tema a la persona del adversario.

La lógica , ciencia del pensamiento, es la ciencia del proceder de la razón pura, sería así determinable a priori; la dialéctica, en buena medida, solo a posteriori. Pertenece a la naturaleza humana que cuando encontramos que alguien piensa distinto a nosotros sobre un mismo asunto, en vez de revisa primero los propios para ver si en ellos se observa algún fallo, presuponga que éste está en el pensamiento del otro, es decir, el ser humano es prepotente por naturaleza. Por eso es necesario formar en dialéctica.

La controversia, discusión entre dos personas, es necesario que se realice entre dos personas que estén al mismo nivel de conocimientos como de ingenio y habilidad. En caso contrario es necesario evitarla o te puede llevar al fracaso. Goethe dice “No dejes en ningún caso que te arrastren a un debate; cae en la necedad el sabio, cuando con necios combate”.

Los principales tipos de falacias

El listado de falacias es muy largo y posiblemente haya algunas de ellas que aún no se han descubierto por existir en culturas muy minoritarias o poco estudiadas. Sin embargo, hay algunas más comunes que otras, así que conocer los principales tipos de falacias puede servir como referencia para poder detectar vulneraciones en la línea de razonamiento allí donde se den.

A continuación puedes ver una recopilación de las falacias más conocidas. Como no existe una sola manera de clasificarlas para crear un sistema de tipos de falacias, en este caso se clasifican según su pertenencia a dos categorías relativamente fáciles de entender: las no formales y las formales.

1. Falacias no formales

Las falacias no formales son aquellas en las que el error del razonamiento tiene que ver con en el contenido de las premisas. En este tipo de falacias lo que se expresa en las premisas no permite llegar a la conclusión a la que se ha llegado, independientemente de si las premisas son ciertas o no.

Es decir, que se apela a ideas irracionales sobre el funcionamiento del mundo para dar la sensación de que lo que se dice es cierto.

1.1. Falacia ad ignorantiam

En la falacia ad ignorantiam se intenta dar por hecha la veracidad de una idea por el simple hecho de que no se puede demostrar que es falsa.

1.2. Falacia ad verecundiam

La falacia ad verecundiam, o falacia de autoridad, vincula la veracidad de una proposición a la autoridad de quien la defiende, como si eso proporcionase una garantía absoluta.

Por ejemplo, es corriente argumentar que las teorías de Sigmund Freud sobre los procesos mentales son válidas porque su autor era neurólogo.

1.3. Argumento ad consequentiam

En este tipo de falacia se intenta hacer ver que la validez o no de una idea depende de si aquello que se puede inferir a partir de ella resulta deseable o indeseable.

Por ejemplo, un argumento ad consequentiam sería dar por hecho que las posibilidades de que el ejército dé un golpe de estado en un país son muy bajas porque el escenario contrario supondría un duro golpe para la ciudadanía.

1.4. Generalización apresurada

Esta falacia es una generalización no fundamentada en datos suficientes.

El ejemplo clásico lo encontramos en los estereotipos acerca de los habitantes de ciertos países, que pueden llevar a pensar falazmente, por ejemplo, que si alguien es escocés debe de caracterizarse por su tacañería.

1.5. Falacia anecdótica

Tal y como su nombre indica, en la falacia anecdótica el problema está en que partimos de observaciones anecdóticas para llegar a conclusiones. Aquí el problema no es tanto la falta de información, tal y como ocurre en la generalización apresurada, sino más bien la mala calidad de la información de la que se parte.

Por ejemplo, cuando intentamos estimar la eficacia de un tipo de psicoterapia basándonos en nuestra experiencia personal, estamos cayendo en este tipo de falacia, ya que ni siquiera hemos adoptado una metodología científica para extraer información de manera sistematizada acerca de la eficacia de ese procedimiento, ni hemos tenido en cuenta nuestros sesgos.

1.6. Falacia del hombre de paja

En esta falacia no se critica las ideas del oponente, sino una imagen caricaturizada y manipulada de estas.

Un ejemplo lo encontraríamos en una línea argumental en la que se critique a una formación política por ser nacionalista, caracterizándola como algo muy próximo a lo que fue el partido de Hitler.

1.7. Post hoc ergo propter hoc

Se trata de un tipo de falacia en el que se da por sentado que si un fenómeno ocurre después de otro, es que está causado por este, a falta de más pruebas que indiquen que eso es así.

Por ejemplo, se podría intentar argumentar que la subida repentina en el precio de las acciones de una organización se ha producido porque el inicio de la temporada de caza mayor ya ha llegado a Badajoz.

1.8. Falacia ad hominem

Por medio de esta falacia se niega la veracidad de ciertas ideas o conclusiones resaltando las características negativas (más o menos distorsionadas y exageradas) de quien las defiende, en vez de criticar la idea en sí o el razonamiento que ha llevado a ella.

Un ejemplo de esta falacia lo encontraríamos en un caso en el que alguien desprecie las ideas de un pensador argumentando que este no cuida su imagen personal.

Sin embargo, hay que saber distinguir este tipo de falacia de argumentos legítimos referidos a las características de una persona en concreto. Por ejemplo, apelar a la falta de estudios universitarios de una persona que habla sobre conceptos avanzados de física cuántica puede considerarse una argumentación válida, ya que la información que se da guarda relación con la temática del diálogo.

1.9. Falacia de punto medio

En la falacia de punto medio, se adopta una posición pretendidamente equidistante sin tener en cuenta si toda la información considerada es igualmente válida y consistente.

Por ejemplo, si somos informados que una persona se ha inventado un nuevo tipo de pseudoterapia y nos preguntan si esa práctica debería ser incluida en el sistema de salud pública, estaríamos cayendo en la falacia del punto medio si asumiésemos que los servicios sanitarios deben darle la misma importancia que a las formas de terapia ya ofrecidas y que han demostrado su efectividad.

1.10. Falacia tu quoque

En este tipo de falacia informal, secrea la ilusión de refutar un argumento señalando que la persona que lo propone no actuá de manera consecuente con esa idea.

Puede ser entendido como una variante de la falacia ad hominem, ya que se intenta disfrazar la crítica a la persona de crítica a su razonamiento.

1.11. Falacia de composición

Este error a la hora de razonar ocurre cuando intentamos llegar a conclusiones acerca de un elemento partiendo de apreciaciones acerca de una de sus partes. Por ejemplo:

  • El sodio explota en contacto con el agua.
  • La sal contiene sodio.
  • La sal explota en contacto con el agua.

2. Falacias formales

Las falacias formales lo son no porque el contenido de la premisa no permita llegar a la conclusión a la que se ha llegado, sino porque la relación entre las premisas hace que la inferencia no sea válida.

Por eso sus fallos no dependen del contenido, sino del modo en el que están vinculadas las premisas, y no son falsas porque hayamos introducido en nuestro razonamiento ideas irrelevantes e innecesarias, sino porque no hay coherencia en los argumentos que usamos.

La falacia formal puede ser detectada sustituyendo todos los elementos de las premisas por símbolos y viendo si el razonamiento se ajusta a las reglas lógicas.

2.1. Negación del antecedente

Este tipo de falacia parte de un condicional del tipo “si le doy un regalo, será mi amigo”, y cuando se niega el primer elemento, se infiere incorrectamente que el segundo también queda negado: “si no le doy un regalo, no será mi amigo”.

2.2. Afirmación del consecuente

En este tipo de falacia también se parte de un condicional, pero en este caso se afirma el segundo elemento y se infiere incorrectamente que el antecedente es verdadero:

“Si apruebo, descorcho el champán”.

“Descorcho el champán, así que apruebo”.

2.3. Término medio no distribuido

En esta falacia el término medio de un silogismo, que es el que conecta dos proposiciones y no aparece en la conclusión, no cubre en las premisas a todos los elementos del conjunto.

Ejemplo:

“Todo francés es europeo”.

“Algún ruso es europeo”.

“Por lo tanto, algún ruso es francés”.

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