LA ORACIÓN DE LA RANA 1
Anthony de Mello, sj
El silencio de la abuela:
El abuelo y la abuela se habían peleado, y la abuela estaba tan enojada que no le dirigía la palabra a su marido.
Al día siguiente, el abuelo había olvidado por completo la pelea, pero la abuela seguía ignorándole y sin dirigirle la palabra. Y, por más esfuerzos que hacía, el abuelo no conseguía sacar a la abuela de su mutismo.
Al fin, el abuelo se puso a revolver armarios y cajones. Y cuando llevaba así unos minutos, la abuela no pudo contenerse y le gritó airada: ¡se puede saber que demonios estás buscando?.
¿Gracias a Dios ya lo he encontrado!, le respondió el abuelo con maliciosa sonrisa, ¡tu voz!.
Cómo conservar un taparrabos:
UN gurú quedó tan impresionado por el progreso espiritual de su discípulo que, pensando que ya no necesitaba ser guiado, le permitió que se independizara y ocupara una pequeña cabaña a ña orilla del río.
Cada mañana, después de efectuar sus abluciones, el discípulo ponía a secar sus taparrabos, que era su única posesión. Pero un día consternado al comprobar que las ratas lo habían hecho trizas. De manera que tuvo que mendigar entre los habitantes de la aldea para conseguir otro. Cuando las ratas también destrozaron éste, decidió hacerse con un gato, con lo cual dejó de tener problemas con las ratas, pero, además de mendigar para su propio sustento, tuvo que hacerlo para conseguir leche para el gato.
Eso de mendigar es demasiado molesto, pensó, y demasiado oneroso para los habitantes de la aldea. Tendré que hacerme con una vaca. Y cuando consiguió la vaca, tuvo que mendigar para conseguir forraje. Será mejor que cultive el terreno que está junto a la cabaña., pensó entonces. Pero también aquello demostró tener sus inconvenientes, porque le dejaba poco tiempo para loa meditación. De modo que empleó a unos peones para que cultivaran la tierra por él. Pero entonces se le presentó la necesidad de vigilar a los peones, por lo que decidió casarse con una mujer que hiciera esta tarea. Naturalmente , antes de que pasara mucho tiempo se convirtió en uno de los hombres más ricos de la aldea.
Años más tarde, acertó a pasar por allí el gurú, que se sorprendió al ver una suntuosa mansión donde antes se alzaba la cabaña. Entonces le pregunto a uno de los sirvientes: ¿No vivía antes aquí uno de mis discípulos?, y antes de que obtuviera respuesta, salió de la casa el propio discípulo. ¿Qué significa todo esto , hijo mío? Le preguntó el gurú. No va a usted a creerlo, señor, respondió este, pero no encontré otro modo de conservar mi taparrabos.
Motivación en el trabajo:
Un director de empresa que acababa de asistir a un seminario sobre motivación llamó a un empleado a su despacho y le dijo: “de ahora en adelante, se le permitirá a usted planificar y controlar su propio trabajo. Estoy seguro que eso hará que aumente considerablemente la productividad”.
¿Me pagarán más?, preguntó el empleado.
“De ningún modo. El dinero no es un elemento motivador, y usted no obtendría satisfacción de un simple aumento de salario”.
Bueno, pero si aumento la productividad, ¿me pagarán más?
“Mire usted, dijo el director, evidentemente, no entiende usted la teoría de la motivación. Llévese a casa este libro léalo: en él se explica qué es solo que realmente le motiva a usted”.
Cuando el empleado salía del despacho, se detuvo y dijo: Y si leo esto libro, ¿me pagará más?.
Lo importante es lo que se está haciendo:
Poco después de que muriera el rabino Mokshe, preguntó a uno de los discípulos el rabino Mendel de Kotyk: ¿Qué era lo que a tu maestro le concedía mayor importancia?.
El discípulo tras reflexionar unos instantes, respondió: A lo que estuviera haciendo en este momento.
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